Quería escribir un post defendiendo la actitud de Basile, otro destacando la hidalguía del Cholo y uno mas resaltando las virtudes de Roman y de repente algo que empecé y termine 100 veces me resulto trillado, aburrido, remasticado...
Por ello en el post de hoy no nos vamos a dedicar a aplaudir a entrenadores que ganan respetando un viejo estilo que algunos ya creíamos muerto(el de poner siempre los mismos 11 y que encima estos traten de jugar en todos lados) y no son queridos por su hinchada, tampoco vamos a enaltecer a jugadores que vuelan 10.000 Km. solo para estar con un amigo el día de una perdida inconsolable (actitud loable y que no hace sino remarcar al hombre en cuestión) y menos aun nos dedicaremos a hablar sobre alguien que gano todo, jugo en todos lados y puso en jaque su gloria, su apellido tan solo por amor a una camiseta para que luego le paguen con el beso de Judas.
¡No! hoy aquí vamos a callarnos, nos serviremos un buen fernet (el güiscacho quedara para otra ocasión) pondremos los pies descalzos sobre la mesa ratona, acomodaremos nuestra espalda en el confortable sillon y disfrutaremos del sonido que hacen las huellas de los hombres íntegros cuando caminan rectos, con la cabeza erguida lejos, muy lejos del murmullo de los mediocres.
Por ellos y por ustedes
¡Salud!
Por ello en el post de hoy no nos vamos a dedicar a aplaudir a entrenadores que ganan respetando un viejo estilo que algunos ya creíamos muerto(el de poner siempre los mismos 11 y que encima estos traten de jugar en todos lados) y no son queridos por su hinchada, tampoco vamos a enaltecer a jugadores que vuelan 10.000 Km. solo para estar con un amigo el día de una perdida inconsolable (actitud loable y que no hace sino remarcar al hombre en cuestión) y menos aun nos dedicaremos a hablar sobre alguien que gano todo, jugo en todos lados y puso en jaque su gloria, su apellido tan solo por amor a una camiseta para que luego le paguen con el beso de Judas.
¡No! hoy aquí vamos a callarnos, nos serviremos un buen fernet (el güiscacho quedara para otra ocasión) pondremos los pies descalzos sobre la mesa ratona, acomodaremos nuestra espalda en el confortable sillon y disfrutaremos del sonido que hacen las huellas de los hombres íntegros cuando caminan rectos, con la cabeza erguida lejos, muy lejos del murmullo de los mediocres.
Por ellos y por ustedes
¡Salud!