Ritos Paganos

| lunes, junio 05, 2006

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El 9 de junio rodará la pelota, una pelota que esperó 4 años para que la agasajen, una pelota que esperó casi un lustro para que sus admiradores, sus fanáticos, se junten y marchen en éxodos interminables hacia su adoración. Y es que el fútbol es el más fuerte de todos los ritos paganos, es el único evento de toda la humanidad que puede, en un mismo instante, por un tiempo definido y acotado, paralizar a multitudes de todas las extracciones, religiosas, políticas o raciales.
El aura que irradia esa número 5 transforma, apacigua, sume en una especie de fervor amnésico a hermanos que se enfrentan (como es el caso de la guerra civil en Costa de Marfil) y da sutiles revanchas (como la que puede infringirle Angola a Portugal).
Espera el virginal pasto de las canchas, paciente, su hora como aquellas doncellas que sacrificaban en Minos al dios mitad hombre mitad toro, el pueblo se reúne, se emborracha, festeja como si las fiestas Dionisíacas hubieran mutado, se hubieran transformado hasta convertirse en algo llamado Mundial.
La fiesta del deporte rey, de ese que se atreve a desplazar a todos los demás sabedor de su influencia, del único que se atreve a disputarle a la lucha (el box) el trono de deporte mas antiguo del mundo. ¿Qué hicieron los hombres primero? ¿Pelearse o patear alguna cosa?
Lo cierto es que esta fiesta Dionisíaca o no, congrega a todas las divinidades… hacia la tierra de los Nibelungos marchan los orgullosos aztecas provenientes de clubs que como castas tienen chivas, pumas y jaguares en su corazón, también allí veremos magia negra proveniente del continente Africano y del mar de las antillas, los vikingos de la mano de Loki el herrero loco y de su hermano Odin también han sido convidados a la fiesta y hasta los misteriosos Oni del antiguo Japón han sido invitados a este banquete lleno de walkirias y cuernos con fermento de cebada.
Es por ello que el mundo se paraliza, que los países se congelan, que el fútbol toma ínfulas de ser el evento deportivo por excelencia, ello y la espera, la ansiedad acumulada, el deseo de revancha y desquite de todos los pueblos.
El 9 de junio rodara la pelota en el Olímpico de Munich y los dioses olvidados tendrán su revancha aunque no mas sea por 30 días y 30 noches.