Pendejitos bancados

| lunes, abril 24, 2006

Si hay algo que creo que nos revienta a más no poder a aquellos que bregamos por una Selección más interesante en todo sentido, es esa extraña sensación de un perfecto plan pergeñado por el taxiboy más famoso del mundo.

Para esto hay que recurrir a la historia más reciente. Más allá de las grandes hazañas de ídolos como Alfredo Di Stéfano o Enrique Omar Sívori en tiempos crecientes del fútbol a nivel mundial, es recién a partir de la aparición de Diego Maradona que los jugadores argentinos son observados desde el "primer mundo futbolístico", el Viejo Continente.

Muchas veces con ahínco, otras con demasiado cariño, y en los últimos tiempos, con euros frescos y mejor valuados. En respuesta a eso, apareció el triste sindicato de los "intermediarios dueños de todo", como Jorge Cyterspiller, Gustavo Mascardi o Paco Casal. Por lo general, hombres de díscolo pasado en el fútbol, con dudoso ojo técnico. Pero con muy buenas ambiciones de dinero.

Como diría mi colega 8 mentiroso, crearon una marca y pasaron a convertirse en virtuales representantes de modelitos futbolísticos. ¿Quién me explica cómo Claudio Husaín sigue jugando en Primera A? Posee la marca de ser un "Mascardi boy" de triste paso por Europa.

Acabo de dar un ejemplo de lo que los "magos de los números" hicieron en poco más de una década. Llevar jugadores de muy mal nivel a equipos que los recibieron con enormes primas, y quemar jugadores de excelente nivel en equipos que raramente ambicionen algo más que una permanencia en la mitad de tabla. Allí los ejemplos podrían ser un inmaduro "Pascualito" Rambert en el Inter, o, en el otro caso, un Rolfi Montenegro en Olympique de Marsella.

En ese barullo creado, se crió la mayoría de los jugadores con posibilidades inclaudicables de llegar al Mundial. En ese barullo, convivieron gran cantidad de veces los "ídolos europeos" que Pekerman formó en Ezeiza y consagró en cuanto campeonatito sub-mayor apareció.

El gran problema es que, a falta de verdaderos incentivos en sus equipos pero con una abultada cuenta bancaria, esos jugadorcitos de medio pelo y poco ímpetu son los que van a atender el kioskito de Grondona. Por una simple cuestión de negocios y dudosas alianzas y amistades. ¿A quién le interesa el aura docente de Pekerman si el equipo juega tan mal?

Conjugar negocios y ese gran momento ejemplificador que parece ser el Mundial 2006, es algo que al que le guste salir campeón y disfrutar un poco de la vida tiene que preocuparle un poquito.

Recordémoslo: el último éxito de un argentino en el futbol grande fue el Scudetto de un Bati poniendo garra y goles en la Roma, siendo goleador a pesar de estar rodeado de luminarias. Y eso fue en el año 2000.

¿Qué le dieron a sus equipos "luminarias" como... Sorín?... Saviola?... Riquelme?... el "triste payasito" Aimar?... Coloccini?... Cambiasso?... Duscher?... Scaloni?... el conde (?) Galetti?... Demichelis?... Cufré?...

No me banco a estos pendejos de dudosa gloria efervescente. Prefiero algo diferente...


¿Quién no se banca a esta pendejita del 2000?