Uno es ucraniano. Se inició en el Dinamo de Kiev, haciendo una parva (?) de goles.
Lo compró el Milan, siguió en ascenso, hasta llegar a ser uno de los artilleros más temidos del mundo.
Se volvió figura en su Selección, aunque se pensaba que correría la misma suerte que otro fenómeno del Milan, George Weah, quien nunca pudo jugar un Mundial.
Pero pasó. Ucrania se clasificó en la que tal vez sería la última chance de su héroe de jugar la Copa, y a fin de la temporada 2005/2006 el recontrahipermillonario Chelsea se lo llevó por varios fajos de Euros.
Ucrania pintaba para revelación mundialista y él como figura. Pero no hizo un pomo.
Otro es portugués. Iniciado en las inferiores del Sporting de Lisboa, de muy joven fue spoteado (?) por la buena gente del Manchester United inglés y se lo llevaron. Y se convirtió en una gran revelación, al punto de ganarse la titularidad en los Reds en poco tiempo y a temprana edad.
Llegó como el compañero ideal de Figo para este Mundial. Se comió una patada que lo dejó fuera de cuartos. Portugal hizo un campañón, pero él, el nenemetrosexual... no hizo un corno.
Y el otro es brasileño. La aparición más prometedora de la tierra de la feixoada (?), vomitó magia en el Gremio, robó aplausos en el Paris Saint Germain y llegó al Barcelona, donde se consagró como gigante del fútbol.
Y por supuesto siguió robando.Fue campeón del mundo con el Scratch, es la imagen número uno del pulpo multinacional Nike, y su sonrisa es contagiosa (?).
Vino el 2006. Y no hizo un bonete (?).
Que carnaval más embolante que podemos hacer con estos tres muñequitos mundialistas...