Forza Italia

| domingo, julio 09, 2006


Señores, se terminó el Mundial. Una verdadera lástima para nosotros, que amamos este deporte con todo el alma. Nosotros los futboleros, que vemos desde una final de Champion´ Lig´ hasta Fénix-Atlas. Nosotros, que nos amargamos hasta por goles y penales no cobrados ajenos.
En fin, fue lindo mientras duró diría alguien (como un amor de verano). Sin embargo, no es este el post indicado para las sensaciones que nos dejó el Mundial, sino para resumir lo que nos dejó una final vibrante entre dos equipos con historia: Francia e Italia. Los dirigidos por Domenech venían con un envión anímico muy grande, luego de haberse sacado de encima a rivales muy poderosos, como lo son España, Brasil (el máximo candidato para todos) y Portugal. Tenía a su estrella en ascenso, Zizou, que en los últimos partidos había desplegado todo su talento; tenía a un Henry desaparecido, que había coleccionado mas offsides en esta Copa del Mundo que en toda su carrera; y también tenía la mejor defensa, lejos, del Mundial (ese cuarteto integrado por Sagnol, Thuram, Gallas y Abidal). Por su parte, Italia venía sin hacer demasiado ruido hasta que le tocó ese gigante teutón, al cual lo pasó, en el suplementario, y con mucha autoridad y mucho amor propio. Con un Genaro que siempre mete; con un Cannavaro espectacular; con un Pirlo que distribuye y también marca (teléfono, Cuchu). En fin, esta final se las traía.
Empezó mejor Italia, manejando la bocha contra el piso, pero sin profundidad. Los volantes de recuperación la tenían, se la pasaban a la línea de fondo, y viceversa. Todo muy tranquilo. Primer hecho saliente del partido: en una jugada en donde "fortuita" no es el adjetivo adecuado (Cannavaro lo venía midiendo) Henry choca contra el defensor italiano (que con ese topetazo hoy se recibió de muro) y queda totalmente groggy. Por un rato, los hinchas franceses y Domenech temieron que su figura no pudiese continuar. Por suerte, y luego de varios minutos, entró a la cancha y, gracias a un extraño brebaje proporcionado por el cuerpo médico francés (que Tití olió) pudo reaccionar. Seguía el partido, sin grandes modificaciones. Hasta que vinó un pelotazo bastante largo, que los defensores de la Azzurra no interceptaron, por lo que el ágil y veloz Malouda la agarró y encaró para el arco. Justo en ese momento, Marco Materazzi sale a cortar, y según Elizondo, lo toca en una de sus piernas (este humilde servidor cree que no existió tal penal, pero es bastante cobrable). Penal y fiesta en Francia y Alemania también. Quién era el encargado de ejecutarlo? El Gran Zizou, que quería retirarse con todas las flores. Miró fijo al que fue el mejor arquero del Mundial (y del mundo actualmente), acomodó la pelota y con toda la tranquilidad que sólo un grande como él puede tener, amagó a cruzarla al palo derecho del arquero, y la picó con una categoría inconmensurable. Sin embargo, los hinchas de Le France sufrieron, ya que la pelota pegó en el travesaño, picó claramente adentro de la valla y salió. Muy bien el línea Otero, que no dudó ni un instante, y sancionó el gol de los comandados por Domenech. Francia, sin buscarlo tanto, lo tenía en el buche. A partir de este gol, Francia claramente se tiró atrás a ver que realizaba Italia. Ésta última, sin muchas ideas, iba con todo el empuje que los caracteriza. Camoranesi, Pirlo, todos intentaban pero no podían. El cuadrado mágico que conformaban Gallas - Thuram - Makelele - Vieira estaba impasable. Pero tanto esfuerzo de la Azzurra tuvo su premio: en un córner desde la derecha, Pirlo lo ejecutó magistralmente, para que un gigante Materazzi se elevara (al mejor estilo "ayalesco") y con los ojos bien abiertos meta el frentazo, que le daba el empate al equipo de Lippi. Desde este punto del partido, el partido se hacía compartido: Zidane, tratando de empujar a su equipo hacia adelante, pero sin compañía, ya que Ribery estuvo desaparecido todo el partido, y Malouda era el único que le hacía compañía. Los italianos apostaban a los cabezazos de Toni y al talento de los pelotazos que pudiese meter Pirlo. Igualmente, el partido se hizo bastante chato, hasta que finalizaron los primeros 45 minutos del partido.
En la segunda parte, Francia se comió (literalmente) a una temerosa Italia. Parecía que el descanso le hizo bien al conjunto francés, que logró llevarse por delante a Italia, y ponerla contra las cuerdas. Ribery aparecía (mínimamente) y Henry comenzaba a desplegar todo su talento. Lippi vió que su equipo estaba siendo desbordado y sacó a Perrotta, lo puso a Iaquinta; también sacó al desaparecido (durante todo el Mundial) Totti y lo metió al pica piedras De Rossi. Sin embargo, estos dos cambios no dieron el fruto necesario, ya que Francia seguía manejando la pelota (aunque Italia tuvo la suya en un gol anulado por offside a Toni). Henry seguía movedizo, y en una de esas jugadas individuales, le ganó una de las veces que encaró a Cannavaro, y metió un derechazo que Buffon tapó muy bien. Si bien las situaciones de gol eran para los dos, el dominio de la pelota era de Francia. Lippi rezaba porque llegase el alargue, y Domenech le pedía a sus dirigidos que vayan a por ellos (oé). Sin emargo, triunfó el catenaccio puro, ya que Italia se cerró bien y Francia no pudo en esos 45 minutos.
En el suplementario, fue todo de Francia (o casi). Lo tuvo Trezeguet, y lo tuvo Zidane (éste último con un cabezazo que Buffon sacó estupendamente, a muy poca distancia). Sin embargo, no entraba la bola. Y sorpresivamente, luego de ciertas imágenes de la TV alemana no muy claras, vino lo inexplicable (por ahora): estas imágenes mostraban a un Zidane propinándole un tremendo cabezazo al pobre (?) de Marco Materazzi, que caía como si lo hubiese cabeceado el Kaiser argento. Elizondo se demoró en sancionar la tarjeta roja que iba a dejar afuera a Zizou de las canchas para siempre (cabe aclarar que fue muy confuso, ya que ni el árbitro ni el línea lo vieron, y al parecer, Elizondo se guió o por las imágenes de TV o por lo que le dijeron los de arriba por la cucarachita). Al parecer, con la expulsión de Zinedine, el partido se aseguraba los penales, porque Italia no quiso y Francia no pudo.
De los penales, no hay mucho que decir: Buffon no pudo hacer valer su gran altura, pero eso no importó cuando David Trezeguet reventó el travesaño y la pelota no entró. Sólo eso le bastó a Italia para consagrarse como campeona. Merecido? No lo creo.