Parece ser que los argentinos nos estamos dando cuenta que atrás del fútbol hay un gran negocio. Lo del negocio no es nuevo, pero lo de darse cuenta si y entonces vemos como ahora se levantan voces contra la empresa que televisa los partidos (que hace más de veinte años que es la misma), contra los representantes de jugadores que cada vez son más y perece haber uno por cabeza, y contra los negociados cada vez más turbio en el traspaso de futbolistas de un club a otro, entre tantas otras cuestiones. Y al parecer en mi ciudad, Rafaela provincia de Santa Fe, parece que se está imponiendo esta moda. Ustedes, fanáticos del fútbol, habrán oído hablar del Club Ben Hur que actualmente participa en el Torneo de la B Nacional. Yo les quiero contar una historia, que no es un cuento aunque comience como tal, para que ustedes conozcan y saquen sus propias conclusiones:
Había una vez un club de barrio llamado Sportivo Ben Hur, que subsitía como podía. Con el básquet y el fútbol como actividad principal participaba con sus equipos en torneos de ligas locales siempre sin buenos resultados. A fines de los años ochenta los dirigentes de la institución deciden crear una Mutual que, les explico a los que no conocen del tema, sería una especie de financiera ó pequeño banco que serviría a sus asociados. Esta “mutual” tiene carácter legal y sienta sus bases en el cooperativismo y legalmente es un ente separado del club, es decir que para le ley nacional son dos cosas diferentes una de otra.
Resulta que a este ente financiero comienzan a irle muy bien las cosas y a recibir el dinero de cientos de asociados por los cuales paga un interés un poco mayor de los vigentes en plaza. Conjuntamente con el crecimiento de la mutual, el club Ben Hur extrañamente también crece edilicia y deportivamente
Pasan los años y la mutual se hace fuerte mientras en el club los equipos de Básquet y Fútbol ascienden posiciones en las ligas nacionales llegando hasta Primera División en Básquet y al Nacional B en fútbol. Si bien sus hinchas festejaban los logros deportivos, nunca se explicaron como hacía el club para solventar los gastos de semejantes campañas deportivas que incluía la contratación de experimentados jugadores, cuerpos técnicos, refacciones y construcción de nuevos estadios, viajes y demás yerbas; pero mientras tanto alababan y veneraban a l cerebro de semejante operación, quien era por entonces Gerente de la Mutual y Vicepresidente del club (a pesar de que, recordemos, eran dos entes separados): el señor Néstor Zenkluzen quien también se desempeñaba como presidente de la Sub Comisión de fútbol.
Así es que luego de varios años de bonanza, en el año 2005 la mutual presenta un default, es decir, cancela todos sus pagos y retiene los depósitos de sus ahorristas. En ese momento, los ahorristas y socios de la mutual comenzaron acciones legales contra la entidad y la justicia intervino y dispuso un órgano controlador que se encargaba de fiscalizar las cuentas.
¡¡¡Oooh sorpresa!!! Este ente fiscalizador encuentra que el “Club” Ben Hur le debe a “La Mutual” Ben Hur más de tres millones de pesos, correspondientes a dineros entregados para solventar las campañas deportivas, que nunca fueron devueltos. En ese momento, ya en el año 2006, los planteles de básquet y fútbol se quedaron sin el “oxigeno” (dinero) proveniente de la mutual y se produjeron reclamos, amagues de medidas de fuerza y hasta negativas de jugar ya que los atrasos en los sueldos superaban los tres meses.
Para palear las deudas, el “club” Ben Hur a través de su presidente de apellido Beceyro decide vender el pase de tres de sus mejores jugadores: Bustos, Romero y Jaime par así obtener dinero en efectivo. Como estaba a mitad de la temporada pasada, el único interesado en comprar esos pases fue una grupo llamado “Fundación: un gol al corazón” que pagó $ 400.000 por el 50% de los derechos económicos de los jugadores.
El arreglo convenía a todas las partes: al club que obtenía el dinero necesario, a los jugadores a quienes le prometieron una transferencia a un mejor equipo al finalizar la temporada y a la “Fundación” que hacía un negocio más de los tantos que se hacen con los pases de jugadores.
El arreglo convenía a todas las partes: al club que obtenía el dinero necesario, a los jugadores a quienes le prometieron una transferencia a un mejor equipo al finalizar la temporada y a la “Fundación” que hacía un negocio más de los tantos que se hacen con los pases de jugadores.
Pero cuando este grupo decidió hacer valer sus derechos y transferir a los citados jugadores, se encontraron con una traba impuesta por el mismísimo club Ben Hur, aduciendo que eran ellos quienes tenían los “derechos federativos” de los jugadores y por ende, eran quienes iban a decidir el futuro de los futbolistas. En definitiva, y luego de muchos idas y vueltas, el club vendió a Bustos a Belgrano de Córdoba y a Romero a Argentinos Juniors cobrando el dinero correspondiente por ello y ofreciéndole a la fundación devolverle los $ 400.000 cobrados oportunamente en cómodas cuotas sin interés.
Mientras tanto, el club sigue endeudado con la mutual (aunque sus dirigentes son las mismas personas) y para cancelarla deberá deshacerse de su sede y su primer cancha de básquet emplazadas cerca del centro de la ciudad y donde en un futuro habrá un hermoso complejo habitacional, que veremos si alcanza para cubrir los gastos.
Espero no haberlos aburrido con mi historia, pero cuando escuchen hablar de tantos López, Locarno de Suiza, Barrabravas, asociaciones ilícitas y demás, ya saben que en Rafaela hay un club que desde afuera parece brillar pero desde adentro está podrido como una manzana...y con varios gusanos adentro.