Cada vez que un final de campeonato se acerca, los rumores sobre incentivación (un equipo intentando dar "un poquito más" para llevarse un triunfo, a cambio de una suma de dinero) o sobre soborno (un equipo "yendo a menos", como contraprestación por una buena cantidad de billetes) suelen apoderarse de las pantallas de los programas deportivos más importantes de televisión y radio, a la vez que inundan las redacciones de todo medio gráfico. Sin embargo, no quiero ahondar en ambos temas, ya que con uno sólo de estos dos factores nos alcanza para debatir largo y tendido. ¿Es la incentivación un delito, penado por la ley? Por otro lado: ¿es moralmente reprochable este tipo de comportamiento o de arreglo?.
En cuanto a la primera pregunta, y para dilucidar una duda existencial (?) que muchos, incluso periodistas, suelen confundirse y, a la vez, confundir a la gente que los mira, hay que decir que la incentivación en el deporte NO ES DELITO. Esta afirmación tiene su sustento en una norma de la Ley del Deporte (20.655) cuyo artículo 24 dice:
Será reprimido con prisión de un mes a tres años, si
no resultare un delito más severamente penado, el que, por sí o por tercero,
ofreciere o entregare una dádiva, o efectuare promesa remuneratoria, a fin de
facilitar o asegurar el resultado irregular de una competencia deportiva o el
desempeño anormal de un participante en la misma.
La misma pena se aplicará
al que aceptare una dádiva o promesa remuneratoria, con los fines indicados en
el párrafo anterior.
Si uno se pone a desmenuzar en profundidad la norma en cuestión, claramente puede verse que esta suerte de "dádiva", como elige llamarla el legislador, se entrega para "facilitar o asegurar el resultado irregular de una competencia deportiva (arreglar un resultado) o el desempeño anormal de un participante en la misma (claramente, ir a menos)". En ningún caso la ley menciona el caso de la incentivación como una acción plausible de ser penada. Ahora, la gran refutación que muchos hacen se centra en lo siguiente: "poner un poco más de esfuerzo (léase: huevos, en la jerga) para ganar un partido a cambio de una suma de dinero es equiparable a poner un poco menos de esfuerzo para perder un partido, a cambio de una suma de dinero". Éste es un error muy común y que se suele repetir constantemente en las charlas de café, pero la ley en este sentido funciona muy específicamente. Sin meterme en temas que muchos juristas han examinado mejor que yo (?) existe algo denominado "Principio de legalidad" que impide realizar analogías en el derecho penal (léase: yo no puedo decir que tal cosa es parecida a tal otra, y por consiguiente, le aplico la misma pena). Asumir que los dos casos son parecidos y por tanto la sanción funciona igual es erróneo. Conclusión: la incentivación no es un delito.
Por otro lado, y en cuanto a la segunda pregunta, es mucho más complicado ser tajantes a la hora de ponerse el papel de juez, y decir qué está bien o qué está mal. Esto responde pura y exclusivamente a la escala de valores que tenga cada persona. En un análisis estrictamente personal, pienso que todo se deforma en la Argentina, incluso las trampas. Si en su momento la incentivación apareció como algo novedoso, hoy directamente ya se instaló como una costumbre. Antes, era muy probable que el equipo con el cual el puntero del campeonato tuviese que definir el torneo, con o sin plata de por medio, dejara todo para ganarle, por una cuestión de orgullo. Hoy las cosas son diferentes. Llegados a épocas de definiciones, ya empezamos a escuchar a jugadores de todos los colores (?) que bromean con los famosos "llamaditos" de ex compañero, o bien con las siempre bien ponderadas "valijitas". En síntesis: los jugadores hoy día esperan ese llamado, para poder hacer unos pesos más, jugando con esto de no saberse bien si "van a ir a fondo o no". ¿Está bien? ¿Está mal? Según las normas morales de la sociedad, esto sería altamente reprochable, y creo que de eso no cabe ninguna duda. Ahora, que la situación se da, se da. ¿Cómo se puede evitar? Yo diría que es imposible. Que los jugadores "dejen todo" en la cancha para poder llevarse el triunfo, en cualquier instancia o situación, debería ser lo normal. En la práctica, esto no se da, y lo sabemos todos. Pero: ¿cómo lo probamos?.
El problema surge cuando se confunde la incentivación con el soborno. En el caso de la incentivación pura y simple, y suponiendo que los jugadores reciben el dinero para hacer "un poco más de fuerza", uno no ve con tan malos ojos que exista. Al fin y al cabo, el único proposito es ganar, que es para lo que les pagan el sueldo. Ahora, ya la cuestión moral de si en los demás partidos dan menos de todo lo que pueden dar, habría que arreglarlo con la hinchada (?). El gran problema es esta deformación que se hizo de la incentivación, convirtiéndola casi en hermana del soborno. "Si no me das $50.000 voy a menos". ¿Es incentivación lo que se decida? ¿O es extorsión? Podemos discrepar en eso, pero no en que esto es altamente repudiable. La incentivación mixta (llamémosla desde ahora) es muy diferente en cuanto a sus parámetros que la incentivación pura. Una se utiliza para intentar ganar con todas las fuerzas posibles (?) la otra se utiliza para amenazar con no dejar todo y triunfar en el encuentro. Creo que acá radica la gran diferencia y discriminación que debe hacerse.
Como conclusión a este extremadamente extenso post, me resta decir: estoy de acuerdo en que la incentivación pura no sea penada, pero también ansío ver que situaciones como las anteriormente descriptas ("pagame o voy a menos") no se sucedan más en el fútbol argentino. ¿Cómo hacer para evitarlo? Penándolo. ¿Cómo probarlo? Ahí ya entramos en un terreno escabroso, que es el gran impedimento para evitar este tipo de comportamientos. Ah: ¿no querían evitarlo? ¿Vos decís que el fútbol es un negocio? Nahh, vos me estás cargando...