Como es de público conocimiento, en las últimas horas, a raíz de un nuevo incidente en el que estuvo involucrado Ariel Arnaldo Ortega, el Club Atlético River Plate, en conformidad con lo decidido por el director técnico del primer equipo, Diego Simeone, estaría por separar al jujeño del plantel hasta nuevo aviso. La postura desde la CD pasa básicamente por intentar una recuperación del "Burrito" de esa adicción que tan mal lo tiene desde hace rato (y que le impidió en su momento triunfar en Europa) pero sin perjudicar al plantel y al grupo humano que comanda el "Cholo". La premisa es simple: "recuperate pero no molestes".
Ahora, cada vez que uno escucha en las radios o lee en los diarios u observa en la TV a Ortega protagonizando un nuevo incidente, surge la interrogante más obvia: ¿qué hacer con el Burrito? Las opciones son varias:
* Intentar su recuperación, sin dejar de actuar en la Primera del conjunto riverplantese: esta posibilidad tiene claramente su pro y su contra. La ventaja más grande es que le brinda a Ortega un "cable a tierra", un momento de disfrute, en el cual se encuentre con su gente, esa que lo ovaciona partido a partido, y lo ayude a superar su adicción. La desventaja es más clara aún: el riesgo de que siga protagonizando escándalos, faltando a entrenamientos y destruyendo el orden en el seno del plantel.
* Excluirlo del plantel e intentar recuperarlo lejos del ámbito futbolístico: por un lado, la idea sería que no ocasione disturbios dentro del plantel, y que esté tranquilo, alejado de los flashes y de la presión del domingo a domingo. Claramente es la posibilidad que menos desea el "Burrito", quien, como todos sabemos, "es feliz jugando al fútbol".
* Excluirlo del plantel y cederlo o venderlo al exterior: esta sería la opción más drástica y menos creíble. Si bien es sabido que hay una oferta millonaria de petro dólares (?) dando vueltas, en la cual saldrían beneficiados River y también el jujeño (al cual la institución de la banda le adeuda mucha plata) también es sabido que al día de hoy, 3 de agosto de 2008, Ariel Arnaldo Ortega es el as de espadas de José María Aguilar. Desligarse del Burrito en un momento así, y bajo su situación particular, sería correr con un costo político que, sin dudas, no está decidido a pagar. La debilidad del Presidente de River siempre fue este talentoso jugador, y, pese a los constantes dolores de cabeza que le trae, sabe que la hinchada riverplatense lo tiene allí arriba, y es el último gran ídolo que tiene la Institución. Por el otro lado, hacerse cargo y tomar esta posibilidad le daría un soplo grande de aire fresco a un tipo como Simeone, alguien que siempre pregonó la famosa frase "el esfuerzo no se negocia", y que claramente quiere al Burrito lejos del plantel. Sus equipos siempre se caracterizaron por el orden y el entrenamiento, y tener a Ortega dentro de él sería sumar problemas.
Se vienen tiempos difíciles en River, tiempos de tomar decisiones y de no seguir pateando la pelota para adelante, como sucedió hace muy poquito, luego de que el volante calificara de "botón" al ex técnico de Estudiantes, y de que se orquestara una reunión de "reconciliación" que nunca tuvo efectos reales. La relación Simeone - Ortega está quebrada: habrá que ver si Aguilar continúa haciendo malabarismos en la cornisa de este gran edificio que es River, o si finalmente cede ante la presión, y hace lo mejor para la Institución.
Ahora, cada vez que uno escucha en las radios o lee en los diarios u observa en la TV a Ortega protagonizando un nuevo incidente, surge la interrogante más obvia: ¿qué hacer con el Burrito? Las opciones son varias:
* Intentar su recuperación, sin dejar de actuar en la Primera del conjunto riverplantese: esta posibilidad tiene claramente su pro y su contra. La ventaja más grande es que le brinda a Ortega un "cable a tierra", un momento de disfrute, en el cual se encuentre con su gente, esa que lo ovaciona partido a partido, y lo ayude a superar su adicción. La desventaja es más clara aún: el riesgo de que siga protagonizando escándalos, faltando a entrenamientos y destruyendo el orden en el seno del plantel.
* Excluirlo del plantel e intentar recuperarlo lejos del ámbito futbolístico: por un lado, la idea sería que no ocasione disturbios dentro del plantel, y que esté tranquilo, alejado de los flashes y de la presión del domingo a domingo. Claramente es la posibilidad que menos desea el "Burrito", quien, como todos sabemos, "es feliz jugando al fútbol".
* Excluirlo del plantel y cederlo o venderlo al exterior: esta sería la opción más drástica y menos creíble. Si bien es sabido que hay una oferta millonaria de petro dólares (?) dando vueltas, en la cual saldrían beneficiados River y también el jujeño (al cual la institución de la banda le adeuda mucha plata) también es sabido que al día de hoy, 3 de agosto de 2008, Ariel Arnaldo Ortega es el as de espadas de José María Aguilar. Desligarse del Burrito en un momento así, y bajo su situación particular, sería correr con un costo político que, sin dudas, no está decidido a pagar. La debilidad del Presidente de River siempre fue este talentoso jugador, y, pese a los constantes dolores de cabeza que le trae, sabe que la hinchada riverplatense lo tiene allí arriba, y es el último gran ídolo que tiene la Institución. Por el otro lado, hacerse cargo y tomar esta posibilidad le daría un soplo grande de aire fresco a un tipo como Simeone, alguien que siempre pregonó la famosa frase "el esfuerzo no se negocia", y que claramente quiere al Burrito lejos del plantel. Sus equipos siempre se caracterizaron por el orden y el entrenamiento, y tener a Ortega dentro de él sería sumar problemas.
Se vienen tiempos difíciles en River, tiempos de tomar decisiones y de no seguir pateando la pelota para adelante, como sucedió hace muy poquito, luego de que el volante calificara de "botón" al ex técnico de Estudiantes, y de que se orquestara una reunión de "reconciliación" que nunca tuvo efectos reales. La relación Simeone - Ortega está quebrada: habrá que ver si Aguilar continúa haciendo malabarismos en la cornisa de este gran edificio que es River, o si finalmente cede ante la presión, y hace lo mejor para la Institución.