La "justicia" ridícula

| lunes, septiembre 17, 2007


José Sand - Emiliano Papa. Emiliano Papa - José Sand. ¿Qué pueden tener en común un moreno ex River con un "cara de buen pibe" ex Vélez? Ambos protagonizaron episodios de agresión hacia una de las parcialidades en sus respectivos partidos: uno a su ex equipo, y el otro a su clásico rival.

Para tratar de organizar un poco el tema, vale decirlo: tanto José Sand como Emiliano Papa (sobre todo este último) estuvieron bastante mal pero en diferentes grados. El "Pepe" Sand, goleador histórico de las Inferiores en el club de Núñez, mostró todo su resentimiento y sus frustraciones personales al gritarle con alma y vida (gestito Topo Gigio incluido) a un equipo que lo cobijó desde pequeño (?). El tipo en un minuto de furia olvidó todo lo vivido en River para pasar a ser el villano de una historia que no tenía principio, ya que su nombre por los altoparlantes, al escucharse las formaciones, fue tomado con indiferencia. ¿Habrá querido ser la noticia del día? Difícil pensar que una persona pueda tener tan poca cabeza. Lo cierto es que sin necesidad, provocó a la gente y al final se fue...perdedor (luego saldría a decir en los medios que los únicos que lo bancaron en River fueron Astrada y Hernán Díaz, y que antes de salir a la cancha su mujer (?) había escuchado como silbaban su nombre). Ya había tenido sendos problemas con Banfield (en el clásico que jugó para Lanús, y que convirtió por partida doble) y ante Colón (donde convirtió pero no lo gritó, y donde la hinchada sabalera le dijo de todo menos lindo). El tipo no aprende (?).

El caso de Papa es diferente, ya que pertenece a un tribunerismo tan inútil, pocas veces visto. Es sabido que de los profesionales se piden actitudes profesionales, y ante una agresión externa (verbal o física) lo que siempre se espera del jugador es que agache la cabeza y siga jugando. Dicho así, parece bastante injusto, pero si tomamos en cuenta el precepto tan común de "no hacer justicia por mano propia", por qué no aplicarlo al fútbol y a aquellos que viven de él. Emiliano no tuvo mejor idea que devolver un encendedor que le habían revoleado, justo cuando su equipo estaba ganando el partido y, como aliciente para hacer más emocionante el clásico rosarino, Central estaba con un hombre menos. Gracias a su estupidez humana no hizo más que hacer sufrir más a la hinchada canalla, que tuvo que soportar ver como su equipo se quedaba con dos hombres menos a 6 del final, y llegar suplicando al final del encuentro. Esto obviamente tiene un grado de violencia y de poco profesionalismo mucho más grave.

Igualmente, la cuestión no pasa por justificar o no las acciones realizadas por los jugadores (se sabe que, antes de jugadores, son personas, y tienen reacciones como cualquiera de nosotros) sino de ver como en Argentina existe una justicia ridícula y absurda, que baja de la Corte Suprema (con fallos irrisorios) a estupideces como las que vimos ayer, donde diferentes Jueces le labraron actos por contravenciones (algo así como un grado menos que los delitos, son excarcelables) a los dos jugadores en este artículo mencionados. Acá no se trata de adherir al grito popular de "eh meten en cana a un pibe que roba una mandarina, y a los políticos corruptos que roban millones no le dicen nada". Es claro que ninguna de las dos cosas está bien. Sin embargo, es notorio como vemos que cada dos por tres (recordar el incidente de Chatruc por ejemplo y sus "alitas") los jueces dentro de una cancha están más pendientes de lo que hacen los jugadores, que de los barras y demases artimañas que sólo se dedican a oscurecer el espíritu y la fiesta del fútbol, sacando su tajada monetaria de eso. Es una sola premisa, tan simple como esta: que la ley sea justa para todos. Si nos vamos a andar fijando en detalles (el caso de Papa sería un poquito más grave que el de Sand, es claro, pero tampoco es de vida o muerte) fijémonos en todas las demás cosas principales que afectan tanto al fútbol de hoy. La ley para todos igual.