Una vez más, el fenómeno que se produce domingo a domingo en la cancha de Boca nos compete (?). En el partido del domingo frente a Vélez, Boca remontó un resultado adverso de 2 goles (diferencia nada fácil de revertir para cualquier otro equipo). Lo sorprendente de esto no fue la remontada en sí, sino el factor principal que lo permitió: la gente. Esa gente y esa hinchada que tantas veces fue admirada por la gente boquense, nos demuestra que puede hacerle poner la piel de gallina a más de uno. El empuje que transmite esa cancha, que tiembla con cada grito de aliento de sus hinchas es cuanto menos espectacular; un fenómeno que no se puede apreciar en ninguna otra cancha. Si un sociólogo se pusiera a examinar esto, creo que no le encontraría explicación (?) más que la pasión incontrolable de esa hinchada que es tan famosa. Aún siendo hincha de otros equipos se puede apreciar y envidiar (sanamente (?)) lo que provoca esa hinchada en sus jugadores, que valiéndose de ese apoyo (y obviamente de la manito de algún que otro señor de negro), van en busca de resultados impensados para algunos, pero totalmente posibles para Boca y su gente.
Sí, señores, es la cancha que gana los partidos sola.