Sabido es que los oriundos de tierras brasileras se suelen caracterizar por ese espíritu festivo, esa llama partusera (?) que nunca se apaga en sus corazones. Bueno, el caso de Adriano no es la excepción. Al delantero del Inter, de 25 años, luego de los múltiples problemas que venía sufriendo (su presente futbolístico no era el mejor, afectado por las consecuentes fiestas que tenía en su residencia en Milán y por posibles problemas con la bebida) se le dió la oportunidad de encauzar su vida, al permitirle jugar a préstamo hasta el próximo julio del 2008 en el club de sus amores, el San Pablo. Hace pocos días había avisado que sus problemas con el alcohol habían terminado y que lo había dejado; sin embargo, hace muy poquito salieron fotos del jugador con varias latas de cerveza, y en el día de ayer chocó con su auto al perder el control del mismo y, luego de rebotar contra un andén, impactar a un auto que se encontraba a su lado.
El caso de Adriano es el típico caso del jugador brasileño talentoso, con todo un futuro por delante, que abusa de las fiestas, de las mujeres, y de todos los vicios que la fama y el dinero pueden dar, en lugar de intentar forjarse una carrera nutrida en logros y en títulos. Al fin y al cabo, que no salga a la luz, no quiere decir que Ronaldinho no tenga los mismos problemas que el 9 de la Selección de Brasil, con los mismos resultados: magros desempeños en sus respectivos clubes y rechazo absoluto por parte de las aficiones. Qué desperdicio...