Gente, al escribir este post, me doy cuenta que estoy sufriendo 2 sensaciones contrapuestas: por un lado, creo que Estudiantes mereció haber pasado de ronda, por su garra, por sus ganas y por su empeño; pero por otro lado, me doy cuenta que eso no basta (y nunca tiene que bastar).
En el partido de vuelta por octavos de final de la Copa Libertadores, se enfrentaron en Brasil San Pablo y Estudiantes de la Plata. Un equipo argentino que asumía este desafío con un nuevo director técnico (recordar que Burruchaga, el ex Dt del Pincha, decidió probar suerte en el Rojo) pero que, se preveía, mantenería el mismo estilo de juego. Por el lado de San Pablo, no habían demasiadas novedades, y también parecía ser anunciado una constante presión sobre el área de los platenses.
Por suerte para Estudiantes, el asedio brasilero imaginado previo al partido no apareció. Los jugadores del San Pablo, al comienzo del primer tiempo, tenían el control de la bola, pero no lograban profundizar. Estudiantes, por su parte, presionaba considerablemente en el medio, y apoyándose sobre los dos pilares defensivos de su equipo (Huerta y Braña) lograba quebrar el circuito de juego propuesto por los locales. La tuvo el conjunto argentino con Galván, que metió un buen centro, pero Rogerio tapó bien. San Pablo contestó con una pared en el borde del área grande entre Danilo y Oliveira, que el primero finalizó tirando la pelota por encima del larguero. Sin embargo, el local no podía hacer valer su poderío técnico (por lo menos, el que se preveía a priori) y no podía quebrar el gran planteo de Simeone. Entre sus 3 defensores no hacían uno (cómo se extrañó al gran Lugano gran) y toqueteaban la pelota en su campo. El Pincha esperaba tranquilo, y cuando podía, trataba de arañar la pelota adelante. Así se iba el primer tiempo, con un partido bastante controlado para los argentinos, hasta que en una pelota parada (masomenos a los 43 minutos) el centro se alzó sobre el área de los visitantes, nadie rechazó y la pelota le cayó a Edcarlos, que con un derechazo al medio del arco, puso el 1-0. San Pablo no lo merecía, pero había igualado la serie, en un momento determinante. Se veía un panorama oscuro para los dirigidos de Simeone en el segundo período.
Para el segundo tiempo, al parecer los jugadores del San Pablo tuvieron una larga charla con su entrenador, ya que salieron con todo a tratar de llevar a Estudiantes contra su propio arco. El conjunto argentino, por su parte, no arriesgaba tanto como en el primer tiempo, y juntaba sus líneas para intentar aguantar y salir rápido de contra. Sin embargo, la presión brasilera duró poco, ya que el reloj se les venía encima, y el miedo a perder se hacía notar. La pelota se empezó a compartir, y, sin hacer demasiado, Estudiantes no pasaba sofocones, pero tampoco aprovechaba los grandes espacios que dejaban los 3 horribles defensores del conjunto local (a quienes me hicieron acordar?). A los 20, y de la mano de un tiro libre, lo tuvo el gran Rogerio Ceni (por momentos, hizo acordar al gran José Luis Félix Chilavert) pero la pelota se fue por al lado del travesaño. Ahora ya no había término medio: Estudiantes se limitaba a defender, y San Pablo iba sin claridad. El sacrificio que mostraban los jugadores argentinos era emocionante a esa altura. Y sin demasiado, terminaron los 90 reglamentarios minutos, por lo que empezaba el show de los penales.
Los 3 primeros penales para cada uno (Estudiantes: Calderón, Comminges y Luguercio; San Pablo: Oliveira, Rogerio Ceni y Fabao) fueron convertidos eficazmente, pero a partir del 3-3, vinieron las emociones. En el 4to penal para los brasileros, Herrera se adelanta claramente 3 pasos aproximadamente y contiene el remate de Danilo. Sin embargo, esto no es advertido (o sí?) por Chandía y siga siga. Patea Alayes para Estudiantes, y Rogerio, al advertir que el adelantamiento ya era moneda corriente, se adelanta casi 2 metros y adivina el remate de Agustín. A partir de aquí se genera la polémica: es verdad, el adelantamiento de Rogerio Ceni fue extremadamente alevoso y debió ser sancionado, pero también es verdad que el arquero argentino se adelantó, y que las reglas son para todos iguales, sean 2 metros o sean 3 pasos. El árbitro se equivocó en ambas (aunque las tapas de los diarios mañana seguramente hablen de un robo). Luego no hubo mucho más: Junior la metió, y Carrusca emuló al gran Costacurta, pateando el pasto y tirando la pelota por la izquierda del arquero brasilero, que festejó la clasificación de su equipo.
Realmente, el equipo de Simeone hizo méritos como para aguantar el partido, pero no se animó a arriesgar un poco más en el segundo tiempo, con muchos espacios. Por su parte, San Pablo no hizo casi nada para quedarse con este partido, pero en los penales, es a suerte o verdad, y no hay nada que decir.