Apostillas del superclásico.

| martes, mayo 06, 2008

Y las críticas le llovieron al Cholo. Regueros de tinta para hablar de cambios y planteos. Tan poco dejó el superclásico y tan grande es el espacio que los medios le brindan. Entre otras cosas, un diario es el conglomerado de noticias del día anterior pero también un espacio que debe ser llenado y no puede achicarse si hay menos noticias. Y pareciera que en directas proporciones decrece el nivel futbolístico de nuestro medio en simultáneo al crecimiento de las coberturas periodísticas que, de esta manera, terminan ensayando sobre dimes, detalles y diretes. Porque Boca y River, en medio de los días que definen el semestre, los sabrosos premios por copas y la estabilidad de los entrenadores tuvieron que encontrarse cara a cara.

Y, como era de suponer, salieron a no regalar nada, a no perder, incluso a no desentonar. Así salió un partido olvidable que ni dejó fotos para el análisis, con mucho público, con dos símbolos devaluados (Riquelme y Ortega), con muchos chicos y jugadores en dudoso estado físico, tal el calendario de exigencias.

Dadas las cosas, el periodismo de los lunes le cayó sin piedad a Diego Simeone analizando certeramente con los resultados puestos y los afiches ya impresos.

Incluso en nuestra crónica del partido dijimos que Ríver se equivocó. Porque era un partido para el overol que se puso Boca y no para el elegante sport que eligió Ríver. Aquí, Buonanotte, Alexis Sánchez y Ariel Ortega: lo mejor que tiene Ríver, un chico de 17 años que mide 1.60, el chileno que se enreda con la pelota y el burrito entre copa y copa. No nos engañemos: esto es Ríver. Sin embargo el Cholo apostó y sólo puede decirse que acertó o no acertó después de tirada la pelota, el lunes. Pero puede discutirse si la apuesta tenía o no buenas probabilidades de éxito. Porque se sabía que Boca saldría con la lija y el overol a pelear en una Bombonera repleta que sólo tuvo 2700 localidades visitantes. Y entonces Simeone, acaso pensando que jugar un partido áspero de visitante era demasiado peso, eligió el tiki taka y jugó con los recursos disponibles. Ganó Boca. Embocó un centro al minuto 14 y cerró el arco. Pero el proyecto de Simeone fue jugar antes que luchar, embocar y poner nervioso al rival, apostó a que salieran las primeras jugadas, a que los pibes se agrandaran, a que Boca pegara y así manejar la temperatura de un partido que hasta empatado venía bien.

Dijimos también en la crónica que Ríver falló justamente porque los intérpretes no estuvieron a la altura del proyecto. ¿Fue un proyecto equivocado? ¿Debió salir más conservador? ¿Debió jugar Ferrari para proyectarse? ¿Debió incluirse a Abreu como titular para tirar centros a la olla? El lunes se va a decir que sí pero la respuesta se necesita el domingo, un rato antes de empezar el partido, cuando los periodistas todavía no escribieron una letra.