Los borrachos del terror

| miércoles, abril 09, 2008


Muchas veces, y debido a los malos resultados, se dice que un equipo pierde dentro del campo de juego pero gana en las tribunas gracias al colorido y el apoyo masivo e incondicional de sus hinchas que acompañan al club de sus amores en las buenas y en las malas.
El caso puntual de River Plate es completamente inverso: el equipo dirigido técnicamente por Diego Simeone lleva un andar envidiable en el torneo Clausura y está a un paso de conseguir la clasificación en la Copa Libertadores, pero hace ya un tiempo considerable, viene sufriendo lo acontecido fuera del verde césped, con la disputa entre las diversas facciones de la barra brava para alcanzar el completo liderazgo de la misma.
Los Borrachos del Tablón” empezaron a aparecer en primeros planos alla por el 2002, cuando llevaron a suspender un Superclásico en Mar del Plata a fuerza de violencia extrema. Pero hubo un hecho que hizo que tomaran mayor trascendencia y fue al año siguiente, cuando se cobraron las vidas de dos hinchas de Newell’s Old Boys en un choque cercano a la ciudad de Lima, en la provincia de Buenos Aires. Ese mismo año protagonizaron otros enfrentamientos frente a otras hinchadas y desaparecieron momentáneamente debido a la intervención –luego nula- de la justicia.
Reaparecieron en el 2005 frente a San Pablo en Brasil, y se coronaron frente a Libertad en Paraguay, teniendo a la policia local en ambos casos contra las cuerdas. Era la barrabrava mejor organizada y más peligrosa del pais, pero los problemas con el reparto de entradas y dinero hizo que la separación comience a coquetear y que los cabecillas tomen su rumbo: por un lado Adrián Rousseau y Gonzalo Acro, por el otro los hermanos Alan y William Schlenker. La denominada “batalla de los quinchos” fue el puntapié inicial para una odisea que parece no tener fin. Ahí fue cuando salieron a la luz las relaciones entre barrabravas y dirigentes, ya que los primeros eran empleados del club y tenían un sueldo fijo muchísimo mayor al declarado por el presidente José María Aguilar.
Luego, la muerte de Gonzalo Acro, un caso aún no esclarecido, y el “re-bautizamiento” de la barra como La banda de Gonzalo. Otra vez parecían calmarse las aguas, pero la aparición de la denominada “Barra del Oeste” hizo que el clima de tensión aumente y se profundice.
En el partido frente a Arsenal se vivió una nueva gresca, un nuevo capítulo de esta interminable batalla que parece no tener un fin si no se toman las medidas justas y necesarias.
Los del oeste, que hacía varios encuentros que no iban, llegaron temprano a la cancha de Vélez, donde RIver se mediría con Arsenal. Se ubicaron en el centro de la popular, indicando las claras intenciones de adueñarse del liderazgo, pero la vieja barra liderada por Rousseau, se enteró de lo acontecido, se preparó e irrumpió ingresando por otro acceso provocando una batahola infernal que dejó como saldo varios heridos y detenidos. Uno de ellos fue Amadeo Bellino, de la barra del Oeste, quién terminó con varias costillas rotas, pómulos fracturados y el tabique destrozado. ¿La policia? Un espectador de lujo.
Luego, Amadeo declaró haber conseguido la entrada el día del partido en cancha de Vélez cuando estas eran anticipadas y negó haber reconocido a sus agresores, ¿por qué tanto encubrimiento?
También, dentro de la pelea se encontró al hermano del dirigente Hugo Slipak, que aseguró no tener conocimiento de este suceso. Pero la gente dijo basta. Los hinchas de River, los verdaderos hinchas de River, repudiaron por primera vez la actitud de los violentos. Silbidos y cánticos alusivos hicieron saber su posición ante esta gente. Ahora solo falta que los responsables de controlar esta barbarie interminable actúen, para no tener que lamentar mas víctimas ni hechos de violencia que manchan cada vez más a la inocente pelota.