Crónica de una muerte anunciada

| jueves, diciembre 20, 2007


Una constante en el fútbol argentino de estos días es aceptar cumplir un contrato imponiendo condiciones, o bien, como en el caso de Miguel Angel Russo, rechazar firmar un contrato, al negarse a cumplir ciertos condicionamientos. Finalmente, el ex técnico de Vélez y Rosario Central rechazó la propuesta que el presidente de Boca, Pedro Pompilio, le hizo para seguir al frente del equipo xeneixe. Esta propuesta incluía el alejamiento del club de la Ribera del profesor Guillermo Cinquetti y el ayudante de campo, Marcelo Trobbiani, algo a lo que Russo no quiso atenerse. Ahora suenan Carlos Bianchi (cuando no) y Jorge Ribolzi (ayudante de campo de Alfio Basile). Russo, desde su llegada a Boca, siempre fue un tipo bastante discutido; con pocos pergaminos en su haber (una copa Conmebol con Central, algún ascenso y un título local) llegó al por entonces club manejado por Macri de la mano de Diego Armando Maradona, quien lo recomendó, y luego de romper su contrato intempestivamente con la entidad de Liniers. Si bien en uno de los dos primeros torneos que disputó salió campeón, y de una Copa con la importancia que tiene la Libertadores, muchos mala leche (?) le adjudicaron ese título a la sapiencia futbolística de Juan Román Riquelme. Inmerso bajo la sombra del ex jugador del Villarreal, Russo nunca pudo encontrarle la vuelta al equipo a partir de la ida del volante de creación, y el equipo alternó más malas que buenas. La frutilla del postre fue, sin dudas, la imposibilidad de obtener el título ante el Milan. Recordando que en un primer momento fue muy bancado con un tipo tan influyente como Maradona, al parecer este último entendió que es un empleado del clú (?) y dió marcha atrás, diciendo que el amor por Boca seguirá estando "con o sin Russo" (en una clara alusión al posible alejamiento). Sinceramente, lo de las condiciones que le impuso Pompilio a Russo para seguir hace acordar muchísimo a excusas como las que Simeone les puso a los dirigentes pincharratas para continuar en su cargo ("traeme a Dinho, Kaká, y si queda plata, a Ballack que anda jugando poco"). Lo que se dice "lavarse las manos". Russo es el nuevo Tocalli (?).