Navarro Montoya.

| jueves, octubre 11, 2007


Pequeña historia de fútbol vivo la que incluye en sus capítulos los guantes activos de Hugo Gatti, las tácticas de José Omar Pastoriza, los goles de Carlos Bianchi, los adjetivos de José Luis Chilavert o el oficio de Oscar Ustari. La línea que une estos tiempos y personajes es el derrotero futbolístico de Carlos Fernando Navarro Montoya.

"Viví momentos maravillosos y me gustaría terminar mi carrera allí". Se refiere a Boca Júniors, club del que defendió el arco desde 1988 a 1996. Es algo paradojal, porque tamaña carrera futbolística de primer nivel está colmada de infortunios.

Hoy se anunció que al menos el Torneo Apertura 07 terminó para el Mono. En breve será operado debido a la rotura de los ligamentos cruzados internos de su rodilla derecha y calculan que la recuperación no demandará menos de seis meses. El diagnóstico salió después de la resonancia magnética que ordenó el doctor Angel Tuma, médico de Olimpo de Bahía Blanca. La lesión está tapada por un hematoma lo que hizo que el Mono estuviera jugando infiltrado desde el 12 de septiembre, momento en que sufrió el golpe, por la 8º fecha del torneo y nada menos que contra Boca Júniors (0-2).

Conociendo el temperamento del Mono no arriesgamos a despedirlo del fútbol. Aunque sea por el consejo público de José Luis Chilavert en la tapa del último número de El Gráfico (actualmente en circulación): “Navarro Montoya debe largar ya”.

Si está a su alcance, no dará crédito al consejo del paraguayo al que, increíblemente, sobrevive en actividad y parece seguir enfrentado. A mediados de los 90’ eran los arqueros del fútbol argentino. Navarro Montoya en el arco de un Boca sin demasiados títulos y Chilavert en el de un Vélez campeón mundial. Las diferncias se iniciaron antes de que un dirigente xeneize propusiera un trueque entre los arqueros más famosos y tuvieron su clímax el 16 de junio de 1996 en el José Amalfitani (estadio de Vélez Sársfield): Vélez se impuso a Boca por 5 a 1, el árbitro Castrilli, fiel a su costumbre correctora, no se guardó la roja y hasta Maradona se fue por el desfiladero de expulsados. Aquella tarde Chilavert le hizo dos goles al Mono, uno de tiro libre y otro de penal; “¿sos guapo paraguayo?” “No, soy campeón”.

"Dediqué la mitad de mi vida —debutó a los 18— a hacer lo que más me gusta, que es jugar al fútbol, y por suerte me siento espléndido, sin cansancio, porque el fútbol siempre me genera cosas nuevas".

Nació el 26 de febrero de 1966 en Medellín (Colombia), pero posee nacionalidad argentina. “Pibe: el Domingo Prepárate que Sos Titular”, le dijo Alfio Basile, director técnico de Vélez Sarsfield en aquel entonces, que catapultó en primera división al Mono. El 8 de Abril de 1984 Navarro Montoya comenzó su carrera. Vélez enfrento a Temperley y gano 1-0 con un gol de Carlos Bianchi.

Al año siguiente fue convocado por Colombia que se preparaba para jugar las Eliminatorias del Mundial de México 1986, y disputo 3 partidos amistosos.

"Me sedujo aquella posibilidad, era muy joven como para verlo de otra manera y ahora no sé si hoy no haría lo mismo". Porque la lucha legal que entabló el Mono para ser habilitado a jugar en la selección argentina fue una maratón de años y juzgados. El Mono descubrió algo tarde que el arco de la selección argentina no tiene un dueño indiscutido desde Fillol hasta hoy. Y cuando lo descubrió hizo gala de cierta retórica: “Como decía el “Pato” Fillol, yo entreno para ser el mejor y cuando entro a la cancha me siento siempre el mejor.”

La ansiada y polémica habilitación le salió hacia 1998, con el mundial de Francia ya firmado. El 2002 lo encontró recién vuelto al país probando suerte en Chacarita Júniors y en 2006, viendo los bloopers de Abbondanzieri por televisión se lanzó sin tapujos con una frase tan cómica como cierta que quedará en el historial verbal de nuestro fútbol: “Considero que tengo las condiciones técnicas y futbolísticas necesarias como para ser el arquero de la Selección Argentina o, al menos, para tener una oportunidad.” Logró cierta repercusión en los medios pero la época estaba muy lejana de aquel duelo inigualable Gatti – Fillol hacia 1978. El mismo Pato Abbondanzieri, aumentando sus mamarrachos de cancha, salió a decir que “hay que bancar a los que están”.

Unas semanas duró el ataque que tuvo lugar en la prensa ávida de llenar espacios e incentivar polémicas.

–Por qué nunca te llegó la selección, después de tanto que luchaste para que te habilitaran?
–Es un tema de los entrenadores. Sigo teniendo las ilusiones intactas. Voy a seguir haciendo todo lo posible, dentro de lo que está a mi alcance, para tratar de convencer al técnico de la Selección. Ojo, no digo que soy el único que puede estar en el arco de Argentina. Creo que hay chicos que también tienen condiciones. Siempre lo vi muy bien a (Juan Carlos) Olave. Santillo, el que está en Banfield, es bueno. Lux tiene algunos detalles que me gustan. Ustari es un gran proyecto. Migliore, el de Huracán, también.
– ¿Cómo fundamentás que puedas estar en el Mundial?
–La Selección es el deseo de todo futbolista. Me respalda mi vigencia, el nivel que muestro en cada partido. No hablo del pasado porque no se juega con el apellido, ni con la trayectoria. Se necesita de un buen presente y eso lo tengo. (José Néstor) Pekerman se manejó con (Roberto) Abbondanzieri, (Germán) Lux y Leo Franco. Es una elección de él y creo que está bien. Pero no me siento menos que ellos. Considero que estoy en el mismo nivel. Digo esto para graficarlo de alguna manera en cuanto a las pretensiones.

Sin embargo no hubo, ni de lejos, un clamor popular que sí se generó en otras diferencias (léanse los últimos y fallidos reclamos a Bielsa por Saviola y Riquelme). Porque otro de los caracteres insoslayables en la carrera del Mono es que no generó pasiones. De algún modo se las arregló para quedar repetidamente en transición. Léase entre Colombia y Argentina, entre Boca e Independiente o entre Vélez y Boca.

– ¿Te duele que no coreen tu nombre en la cancha de Boca?
–El hincha coreó mi nombre durante mucho tiempo. Pero hubo un episodio que ellos tomaron a mal. Fue en un partido que yo estaba en Independiente y grité un gol. Era un momento en el que nos habían pasado muchas cosas. Fue un desahogo por algo interno del grupo. La gente lo tomó mal y lo lamento mucho. Porque soy hincha de Boca y disfruté mucho del club. Viví cosas maravillosas ahí. Pero bueno, esto es lo que hay. Nunca voy a reclamar nada ni a hacer un gesto.
– ¿Pensás que es algo que podrías haber evitado?
–No, no. Soy un tipo muy genuino. Había muchas cosas de por medio. Recientemente había fallecido el “Pato” Pastoriza (el técnico que lo hizo debutar en la primera de Boca, en lugar de Hugo Gatti). Nosotros estábamos viviendo un montón de cosas ‘grosas’ en ese momento. No considero que haya sido una equivocación festejar el gol. Fue algo que salió de adentro y no va en desmedro ni de Boca, ni de su gente.

Debemos decir que debutó en Boca (18 de septiembre de 1988) en un 2-0 a Ríver, primero de sus 396 partidos en el club que lo tiene entre los 10 jugadores que en más partidos vistió la camiseta y con un récord de 824 minutos de valla invicta (Apertura 92).

De Independiente, al que llegó (2004) por sus destacadas actuaciones en Chacarita oyó el despido de boca del otrora arquero Julio César Falcioni (como se enojaba con las hinchadas) cuando tomó la fallida dirección técnica del club que entonces decidió – no claramente – dejar espacio a los arqueros juveniles de la cantera, hecho que en pocos años se tradujo en el pase más caro de la historia del Getafe de España, Oscar Ustari.

El Mono no termina de hacer pie. De Boca se había ido después de la famosa trifulca entre Halcones (Beto Márcico, Blas Giunta y compañía) y Palomas (Navarro Montoya, Néstro Fabbri y McAllister).

"A los 10 años jugaba a la pelota todo el día con mi hermano en Floresta. A los 20 ya había debutado en Vélez, por entonces mi sueño de pibe, y a los 30 defendía el arco de Boca en mi último año allí. A los 40 me siento en plenitud, muy feliz en este grupo que armó Troglio (DT de Gimnasia y Esgrima de La Plata)".

Después de una buena temporada en Gimnasia y con 40 años cumplidos el presidente del club, Juan José Muñoz, salió azorado a afrontar los micrófonos: “Me pidió cuatro veces lo que venía ganando”.

El periodismo se instaló algunos días en La Plata y Muñoz salió a frenar a la hinchada que interpelaba:

"Me causó sorpresa lo que el arquero me planteó con respecto a sus honorarios. Y lo tengo que decir públicamente porque el socio lo quiere saber: me pidió cuatro veces lo que venía ganando que, para que tengan una idea, es dos veces lo que gana Pedro Troglio (entonces DT)… según él, resignaba una parte de lo que le ofrecía un club brasileño".

No había tanta mentira. El Mono armó las valijas y se fue al Paranaense de Brasil a defender su arco durante 2006, cuando las aspiraciones mundiales se desvanecían.

No fue la primera ni la última vez que hizo las valijas. Entre Boca y Chacarita (1996 – 2001) probó suerte en España: tres equipos en tres años: Extremadura, Mérida y Tenerife. Tres descensos consecutivos.

"En Tenerife jugué 10 partidos y mucho no pude hacer, cuando llegué a Extremadura estaba último y en la segunda ronda, cuando jugué, anduve bárbaro. En Mérida jugué todo el campeonato y me eligieron como uno de los mejores extranjeros, con Roberto Carlos y Rivaldo".

Vuelto al país de adopción desde Brasil (2007), probó suerte en Nueva Chicago y volvió a descender. Hoy forma parte del modesto Olimpo de Bahía Blanca, candidato muy firme a perder la categoría.

Controvertido, talentoso, eminentemente técnico y de un distinguido oficio podemos decir con muy pocas dudas que fue el mejor arquero que se ha visto por estas tierras desde Ubaldo Fillol a esta parte. Incluido entre los mejores veinte arqueros del mundo en actividad y como el mejor colombiano en el ranking que elabora la Federación Internacional de Historia y Estadística del Futbol, no resigna, en su fuero íntimo, su derecho a la oportunidad del arco argentino (Si Dino Zoff campeonó a los 40…) “Jugar para la Selección es el último gran sueño que me queda por cumplir, ya que aún no he tenido mi oportunidad. Voy a seguir con este sueño hasta que existan posibilidades.”

Hace muy poco: “voy a jugar hasta que me dé el cuerpo. Lo único que puede sacarme de una cancha es una cuestión física. Todavía disfruto mucho de todo lo que significa ser jugador de fútbol. No me pongo plazos porque no me parece que sean necesarios. En algún momento me surgirá tomar la decisión. Pero, por ahora, no.”