La crisis de River

| viernes, julio 27, 2007


Parecen lejanas aquellas épocas doradas del prestiogoso Club Atlético River Plate, cuando era un deleite para los ojos ver jugar al club de Núñez. Esas épocas que lo tenían como una de las instituciones más poderosas de América, tanto en el aspecto futbolístico como en el deportivo e institucional. Hoy la realidad es completamente diferente. El equipo encabezado por José María Aguilar atraviesa una realidad paupérrima, y el horizonte tampoco es muy alentador, ya que los problemas son de diverso índole y parecen extremadamente complejos de solucionar. Desde que asumió el actual presidente riverplatense en el año 2001, los conflictos se suceden constantemente. Primero se fue perdiendo la mística ganadora que lo llevó a ser el equipo argentino más exitoso en la década pasada. Luego y, debido a las reiteradas malas decisiones, la sólida economía que lo llevó a ganarse el mote de "millonarios", empezó a fluctuar notablemente hasta derivar en la delicada situación actual. Atravesando por negocios fraudulentos que llevaron a la venta prematura de juveniles, la necesidad de contar con grupos inversores para la contratación de jugadores y la cancelación de deudas; algo que nunca jamás había sucedido en River. Sin dudas es un momento global alarmantemente negativo desde muchos puntos de vista, que provoca en el hincha de River un estado de nerviosismo excesivo que lleva, en los casos más extremos (léase barra brava) a constantes hechos de violencia que impiden la tranquilidad y seguridad para los espectadores en cada partido que juega el conjunto de la banda roja.
El problema institucional y económico es sumamente complejo para abordar y analizar ya que comprende una gran cantidad de hechos y decisiones desacertadas que se desprenden de la cúpula máxima que conduce al Club Atlético River Plate, y que lo está llevando a una crisis histórica. En el año 2001, antes de que asuma José María Aguilar, River Plate cerraba el balance con superávit año tras año, ya que la por entonces inagotable cantera le permitía transferir a jugadores por un alto costo, luego de haberlos disfrutado algunos años. Hoy en día, no solo el semillero está tremendamente descompensado (el presidente de River, al asumir, tomó la decisión de contratar solo juveniles que no tuvieran representante, rechazando así grandes valores como Sergio Agüero, entre otros) sino que los pocos chicos con marcado talento que surgen son negociados inmediatamente, en algunos casos sin haber debutado en la primera división. Hasta son intercambiados por negocios fraudulentos e incomprensibles con grupos empresarios que han aparecido en los últimos tiempos, acercados también por la ayuda y las decisiones siempre negativas de Daniel Alberto Passarella (la más notoria fue en su primera era en River, cuando dejó ir a Gabriel Omar Batistuta a Boca Juniors por una mísera cantidad de dinero, luego de haber disputado tan solo seis partidos con la camiseta rojiblanca) en varios ámbitos. La economía del club también decayó sumamente con la desacertada y alocada contratación de refuerzos que, en su mayoría, lo único que generaron fueron dedudas y malestar dentro del grupo de trabajo. No se hizo hincapié en ningún momento en la consolidación de planteles, algo que necesita todo equipo para conseguir éxitos deportivos. River Plate realiza un recambio de jugadores cada año, vendiendo a los baluartes del plantel, a los que han tenido el máximo nivel (lease como el caso más notorio a la reciente venta de Juan Pablo Carrizo) y así desmantelan un potencial equipo exitoso, cuando es sabido que se necesita un tiempo considerable para el conocimiento de los jugadores. Las consecuencias seguras de esto es el fracaso futbolístico y la posterior deuda económica. Entrando más en el sector fubolístico, es inevitable decir que, tanto la presión por la falta de títulos como los conflictos internos han generado un retroceso. Un club como River Plate que está acostumbrado a campeonar más seguido y llegar a instancias decisivas de Copa Libertadores; no puede tolerar estar tanto tiempo sin figurar en los primeros planos del fútbol argentino, que lo vio como protagonista y dueño de grandes equipos a lo largo de la historia. Esta presión deriva en otras consecuencias inmediatas, como los conflictos internos (se pueden apreciar como los casos que más resaltan a la pelea entre Eduardo Tuzzio y Horacio Ameli, la salida de Reinaldo Merlo como director técnico y de Marcelo Gallardo como baluarte, y la actual crisis general que atraviesa un ídolo del club como Ariel Ortega). Alguna vez Ramón Díaz dijo que no cualquiera puede hacer historia en River, y sin duda tenía razón. En lo que va del año el equipo comandado futbolísticamente por Daniel Passarella ha escrito una página negra que cuenta con varios hechos sobresalientes: en tan solo un mes, perdió con Caracas de Venezuela y Gimnasia de Jujuy en su cancha, algo que no había sucedido jamás. No obstante, también se dio el lujo de perder puntos en el Monumental con equipos débiles como Liga de Quito y Belgrano de Córdoba, lo que aceleró su prematura salida de la Copa Libertadores y el campeonato Clausura. Luego y, como si fuera poco, volvió a caer contra el conjunto venezolano de manera vergonzosa, mostrando a lo largo de todos estos partidos un bajísimo volumen de juego y una pésima actitud en todos y cada uno de sus jugadores, lo que habla a las claras de una falta de motivación importante.
Ahora y, en las vísperas de un nuevo torneo que verá a River con la obligación de ganar un título si no quiere verse sumergido aun más en el caos total, la dirigencia se ha desprendido de dos de los cuatro jugadores que Daniel Passarella ha denominado como los fundamentales para constituir la “columna vertebral del equipo”, lo que anticipa un futuro aun más deplorable para River Plate. Por otra parte, se dijo que llegarían pocos jugadores pero de renombre en caso de vender a referentes, pero hasta el momento solo ha llegado Sixto Peralta (suplente en Racing) y se negocia por jugadores del montón como Andrés Scotti, Santiago Salcedo o Rodrigo Archubi.

Y como si fuera poco, cada vez toma más relevancia la disputa en la barra brava del club, con hechos sangrientos y altamente repudiables. Esto provocó la renuncia de un número importante de vocales, gente de seguridad y directivos del Instituto River Plate. Además, han aparecido graves amenazas de muerte para el presidente de la institución y sus familiares más cercanos. Pero sin embargo, tanto José María Aguilar y Daniel Passarella siguen firmes en su postura de continuar llevando las riendas del club, haciendo ojos ciegos y oidos sordos al pedido masivo de la gente y a los resultados negativos. Esto es digno de gente que no le interesa el club, y que se mofa del prestigio y la historia que caracteriza a un equipo cuyas máxima cualidades a lo largo de la historia fueron borradas drástica y violentamente por unos pocos que no tienen el más mínimo respeto y centran su único objetivo en llenarse los bolsillos y obtener un beneficio económico a costa de la gente que ama y llora al club de la banda roja. La gente está desilusionada con respecto al futuro, que es demasiado desalentador e incierto. Se verá cuales son las nuevas consecuencias inmediantes de este mandato nefasto, pero es inminente e inevitable una reacción de la gente de seguir por este camino.