"Oy oy oy oy"

| miércoles, abril 18, 2007


El equipo sensación, sin ningún lugar a dudas, a esta altura del campeonato (y se podría decir que desde el comienzo del torneo ya generaba expectativa) es el San Lorenzo de Ramón Díaz. El actual puntero del campeonato no sólo ostenta este lugar en forma solitaria, sino que demuestra solidez partido a partido. Sin embargo, del buen fútbol de los equipos de Ramón en River no hemos visto casi nada. Probablemente alguna genialidad de Rivero, la Gata, Lavezzi; de eso no pasa. Por qué Ramón ha elegido el camino del combate y la solidez defensiva, antes que el famoso "jogo bonito" que había predicado en River? La respuesta más fácil nos remite al plantel que tenía en aquellos equipos del club de Núñez, y el equipo que tiene actualmente en Boedo: está claro que no se le pueden pedir peras a los olmos. Son diferentes estilos de jugadores y, si me piden opinión, creo sin ninguna duda, que el plantel de River estaba a años luz del actual plantel del Azulgrana.

Muchos dudaban de las capacidades de Ramón Díaz para, justamente, amoldarse y adaptarse al material que tenía en cuanto a jugadores. Las críticas de algunos siempre se hacen escuchar: "hasta yo hacía jugar a ese River", "Ramón no sabe nada", "Tiene cara de retardado, no viste como habla?". La cuestión es que el "Pelado" hizo oídos sordos a estas críticas, y en base a motivar a sus jugadores hasta el punto máximo posible, hoy en día tiene a su equipo entre los candidatos más firmes a llevarse el Clausura (que debería llamarse Apertura porque empezó a principio de año, pero vaya uno a saber). Los hinchas de San Lorenzo lo idolatran (cuántos habrán comprado la chomba tan famosa, que "ya fue") y los de River lo añoran día a día, teniendo que soportar entre sus filas a un personaje nefasto como lo es Daniel Alberto Passarella (que se quedó, pese al fracaso, disfrutando de su largo contrato que él mismo prolongó).

Todo esto uno sólo se lo puede atribuir a los fenómenos de este deporte tan hermoso: el fútbol. De otra manera no se entiende cómo, en base a la motivación y a lograr que sus jugadores crean en ellos mismos más que cualquier otro de afuera, un equipo sin brillo, sin demasiado fútbol y con pura garra (que no juega bien, a mí entender) está solo en la punta, disfrutando de la vista y relamiéndose por lo que viene.