Lideres

| jueves, marzo 15, 2007


Los jugadores distintos, estandartes dentro del terreno de juego.

Aquellos “motivadores” esos que “contagian” los que toman la lanza y cargan con el equipo al hombro cuando las papas queman. Cuantas mas frases hechas, cuantos mas adjetivos se podrán usar para clasificarlos... pero ¿existen o son una mentira mediática, un recuerdo de antaño, nombres y figuras de una época en el que fútbol era mas juego y menos negocio?

Max Weber identificó 3 tipos de liderazgo:
- El liderazgo carismático.
- El liderazgo autoritario.
- El liderazgo legal burocrático.

Y sobre el carismático nos dijo ”el carisma puede ser despertado solamente” y “probó”; no puede ser “docto” o “enseñado”
Es por ello que los lideres carismáticos lo son aun sin quererlo, en ocasiones acompañan esa cualidad con la oratoria pero en el mayor de los casos predican con el hecho. Hacer para que el resto replique, gestar para que el resto se afiance.
Muchos podemos recordar a Beckenbauer jugando el mundial 1970 con el brazo en cabestrillo o a Maradona en Italia 90 que según palabras de sus compañeros tenia el tobillo izquierdo “hinchado como una mandarina” y debía infiltrarse antes de cada encuentro. ¿Son necesarios estos gestos? ¿qué aportan además de fútbol estos personajes?

Cuantas veces hemos visto caer a una escuadra cuando su jugador emblemático sale lesionado o es expulsado y por el contrario en cuantas ocasiones un equipo de paupérrimo rendimiento sufre una inyección anímica por la inclusión de su jugador estrella. Que otra explicación tenemos para que entrenadores dejen en el terreno jugadores luxados o casi rotos en vez de poner otros al 100% de sus cualidades físicas. Estos lideres poseen el misterioso don de contagiar tanto a sus compañeros como a la afición , poseen un aura que hace que el contrario se intimide, ejercen una influencia tan poderosa que un equipo que controlaba un partido puede súbitamente proceder a la debacle.

Pero aun no respondemos la cuestión ¿quedan aun lideres así? Desde el juego si los hay y un ejemplo claro es Ronaldinho quien contagia desde la actitud y su magia, pero no siempre el líder carismático es el generador de un fútbol fantástico sino que les quedaría a jugadores como Hierro (no es coincidencia que uno de los peores lustros de la historia merengue coincida con su retiro) o Chilavert.

Hay por supuesto, en estas canchas nuestras un sinfín de pantomimas de lideres, jugadores que quieren asumir el riesgo de ser la punta de lanza de su equipo pero al que el “don” no les ha llegado y por lo general terminan convirtiéndose en una suerte de anti-lideres que con sus gestos y actitudes no hacen sino sembrar el descontento y el nerviosismo entre sus compañeros y la platea. Porque la mayor virtud del líder carismático no es su actitud (pues en muchas ocasiones ellos mismos la desconocen) su secreto, aquello que les da el valor añadido radica en su capacidad de convencimiento. Es así que los reclamos airados al arbitro que en un líder muleto despertarían una silbatina de reproche y por el contrario en un líder natural, un líder carismático levantan al publico y convencen a mas de un periodista.

Son ellos los héroes de antaño, los últimos baluartes aquellos que juegan con el valor añadido que le dan los años, que ha aprendido a querer a su club como a su casa (aun viniendo de otros lares) aquí es fácil señalar casos actuales como del Barros Schelotto en Boca o Cuauhtemoc Blanco en el América de México.

Difícil señalar jugadores jóvenes con talante de lideres pero que los hay los hay tan solo hace falta despertarlos.