El peso de los históricos

| lunes, septiembre 11, 2006


Viendo las imágenes del partido que disputaron Estudiantes - Banfield, en la cancha de Quilmes, no pude menos que indignarme. Últimamente, cada vez que juega Estudiantes, el trato "especial" que recibe Juan Sebastián Verón por parte de los árbitros es notorio. Existe un favoritismo que, amparado en el gran pasado futbolístico de la Bruja o de ser uno de los íconos del merchandising del campeonato, ya se ha repetido en varias ocasiones. Ahora, a la cabeza, se me vienen situaciones como aquella doble expulsión (?) que tendría que haber sufrido en uno de los partidos anteriores (no recuerdo cual) en primer lugar, cuando, aún teniendo amarilla, saltó las vallas de publicidad y se trepó al alambrado (cual monito de circo) para festejar con sus hinchas (y de paso hacer algo de eso que tanto le gusta a su amigo Juampi, "tribunerismo"). A los que argumenten la belleza de un gol y las emociones de volver a marcar en el equipo del alma, basta. El fútbol es un deporte, y como tal, tiene un Reglamento. Si uno participa en este deporte, se atiene a las reglas. Si el jugador no hubiese sido la bruja y sí Pochola Silva (?) se hubiera ido derechito a las duchas. Y en segundo lugar, y más grave aún, una patada certera desde atrás, que merecía claramente la tarjeta amarilla pero fue obviamente ignorada (lo que hubiese significado la expulsión del 5 de Estudantes). En el partido disputado el sábado, más allá de la simulación extrema de Verón para lograr la expulsión del jugador de Banfield Aparicio, se vió claramente como en una jugada posterior, Verón va con el codo arriba directamente a impactar el cráneo (?) del adversario. En cualquier otro jugador, un codazo es expulsión. En Verón no.
Uno entiende que jugadores que pegaron la vuelta como el Kily González, Verón, Palermo, el Guly (?) son un elemento marketinero importante y que se los cuida como tal, pero no se pueden admitir favoritismos tan obvios como los que esta recibiendo Juan Sebastián. Vemos que éste último no es expulsado bajo ninguna circunstancia, y luego observamos que por una patadita (ni más ni menos que eso) Fabbiani es expulsado a los 18 minutos del primer tiempo ante, oh casualidad, el ex equipo del Padrino. Sea o no una utopía, desde acá siempre voy a querer un fútbol sin Reglamentos diferentes según el nombre y el apellido.