Cuando ya es cargada

| miércoles, septiembre 06, 2006


Viendo el partido entre alemanes y san-marinescos (?) que se llevaron los primeros por 13 tantos de diferencia (?) una acción que se llevó a cabo ya en el final del partido me dejó pensando. El tanteador iba 12-0 a favor de los teutones, cuando el árbitro pitó un penal a favor de los originarios de la tierra de Beckenbauer (?). Hasta aquí, todo relativamente normal (sin mirar el marcador, obviamente) exceptuando el hecho de que, en una actitud totalmente sobradora, el arquero Jens Lehmann (sí, el mismo que nos atajó los penales) se cruzó toda la cancha y pidió patearlo él. Lo que se dice "todos hacen goles, yo quiero el mío". Una falta de respeto para el pueblo de San Marino y sus jugadores, que fueron a increparlo y a pedirle que recapacite. Ante la reacción del equipo perdedor, al parecer Jens se dió cuenta de su error y, en medio de sonrisas de compromiso, volvió al lugar donde tenía que estar: su propia valla.
Muchos saldrán a decir que la actitud que tuvo Lehmann no fue para nada una falta de respeto y que se basó sólo en el deseo de cumplir "el sueño del pibe". Yo sinceramente creo que no era el momento ni el lugar para intentar algo así. Al parecer es muy fácil aprovecharse (porque ésa es la palabra) de un equipo cuyo país no debe tener más de 100.000 habitantes (y no sé si exagero) y cuyos jugadores son una especie de rejuntado de los inter-countrys de aca (?) sin ningún tipo de experiencia. En fin, un mamarracho.